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Duelo: cambio

El duelo no es un trastorno, ni es un problema

Equipo Cyan

Si el camino del libro Duelo: cambio te ha traído hasta aquí, compartir tus comentarios, pensamientos o ideas puede ser también un acompañamiento sutil para otros en este camino.

El duelo no es un trastorno, ni es un problema. Es un proceso con el cada uno de nosotros ha tenido ya al menos un encuentro. Es inevitable pues es inherente a las pérdidas.

El duelo es el proceso que se vive a partir de una experiencia de pérdida.

En la cultura occidental crecemos orientados por el valor del logro, el éxito, el reconocimiento y la importancia de sobresalir.
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Trabajamos buscando un ascenso, como padres hacemos lo que esté a nuestro alcance para evitar el sufrimiento de nuestros hijos: “me duele verle sufrir”, así que intercedemos en el colegio cuando se ven en problemas o nos involucramos para que resuelvan sus problemas con los amigos.

Casi podríamos decir que invertimos mucho más en entrenarnos para ganar, no para perder. Y a simple vista suena lógico: ¿quién invertiría en aprender a perder? Pero tal vez todos nos beneficiaríamos si lo hiciéramos porque las pérdidas hacen parte (y mucha) de la vida, así que ayuda normalizarlas y reconocer su impacto en nosotros.

A pesar de que el duelo es individual, es una experiencia universal

La muerte de un ser querido, la ruptura de una relación de pareja, la pérdida del trabajo, la partida de los hijos, son ejemplos de experiencias de pérdida.

Ante las pérdidas hay un cambio inmenso. El duelo implica que de un momento a otro la vida cambió. Es por esto que las respuestas que tenemos no son las habituales.

“No hay una respuesta típica frente a las pérdidas, así como no hay pérdidas típicas. Nuestro dolor es tan particular como nuestras vidas” Elisabeth Kübler-Ross y David Kessler, 2005.

¿Pero qué se puede esperar?

Durante el duelo hay cambios en:

1. Las emociones

El duelo se vive como un coctel de emociones: a lo largo del día y a través de los días, se convive con sentimientos muy intensos y otros más sutiles.

Van desde sentirse moderadamente tranquilo a sentir desconsuelo y dolor intenso.

Tristeza, irritabilidad, culpa, remordimiento, vacío, dolor, miedo, ansiedad, rabia, alivio, tranquilidad… todas caben. Pero también puede presentarse entumecimiento emocional, es decir, que la persona se muestra tranquila pero con distancia emocional. Todos son afectos legítimos, experiencias emocionales válidas, normales y transitorias.

En este coctel de emociones por momentos hay unas más protagónicas, pero el tono general es desagradable.

A veces, nos desbordamos y creemos que lo que estamos sintiendo es un problema, pero lo que sentimos es sólo el mensajero que nos está informando sobre lo que estamos viviendo, lo problemático puede ser lo que hacemos. Así que… No hay que pelear con el mensajero, las emociones son transitorias.

2. Los pensamientos

La manifestación más marcada en la primera fase del duelo puede incluir pensamientos atropellados, desorganizados, recurrentes, intrusivos, percepción de incomprensión, de irrealidad y de total pérdida de control. Otras manifestaciones son: olvidos, distorsiones de la realidad, dificultad de atención y concentración, incapacidad de generar alternativas de solución y de toma de decisiones y visión negativa del futuro. Ante esto, es fácil concluir que además de la experiencia real de pérdida, todas estas manifestaciones contribuyen a la percepción de pérdida incluso de sus propias facultades y con esto, la experiencia emocional se vuelve aún más sobrecogedora.

3. Los comportamientos

Ya sabemos que el problema no está en lo que sentimos sino en ocasiones en lo que hacemos. En los primeros momentos de enfrentamiento a una pérdida, la persona puede tener comportamientos desorganizados: “No sé qué hacer!”. Lo que ocurre es que los recursos habituales para enfrentar situaciones difíciles (o incluso para enfrentar lo cotidiano) pueden no funcionar en este momento.

Los recursos habituales no son suficientemente efectivos ante la pérdida.

¿Esto qué quiere decir? Que por ejemplo, los recursos de regulación emocional o de afrontamiento o incluso de organización o comunicación no parecen ser suficientemente efectivos en el momento. Es decir, lo que en otros momentos hacía para sentirme mejor, o para expresar cómo me siento o para tomar decisiones, no funcionan igual, no dan el mismo resultado o a veces ni siquiera somos capaces de ponerlos en práctica. Esto conduce a aumentar la percepción de pérdida de control, que alimenta la percepción general de pérdida y, por ende, impacta la experiencia emocional.

Esto suele ser transitorio. Lo importante es reconocer aquellos comportamientos que pueden empeorar la experiencia o aquellos que pueden ser de riesgo para la vida, la seguridad o estabilidad de la persona. En estos casos, ante conductas de riesgo no dude en buscar ayuda profesional.

A medida que transcurre el tiempo la persona retomará probablemente primero actividades de deber, es decir, lo primero que empezará a hacer es lo indispensable. Los comportamientos orientados al placer pueden tomar más tiempo en aparecer, pero son favorables durante el proceso.

Y ¿por cuánto tiempo?

Es de esperarse que a medida que pasa el tiempo, la persona retome sus actividades cotidianas promoviendo los ajustes necesarios a partir de la pérdida. Este no es un proceso en forma de aceleración positiva constante, en otras palabras, no ocurre como con la gripa, que día a día te irás sintiendo mejor. Lo cierto es que aunque el paso del tiempo puede ayudar, el tránsito por el duelo es muy variable con unos momentos mejores que otros. Su evolución depende de diferentes variables: características de la pérdida, características y recursos personales, características del contexto y red de apoyo, entre otras.

¿Qué puedo hacer?

Ayuda conocer y normalizar la experiencia del duelo. Reconocer su naturaleza variable y, aunque no parezca en el momento, transitoria. El duelo no determina la calidad del resto de la vida.

¿Cuándo reincorporarse al trabajo o a las actividades cotidianas?

En algunos casos pasa que en los primeros días del duelo resulta casi imposible encargarse de algo más que lo absolutamente indispensable. Organizarse, dormir, comer, son tareas a las que, de un momento a otro, hay que prestarles toda la atención y empeño.

¿Con qué cabeza se retoma el trabajo?

Tomarse unos días es incluso lo que la ley prevé. Al retomar las actividades ayuda respetar las condiciones transitorias del duelo: asuma que ha pasado por un proceso invasivo, por ejemplo, una cirugía de corazón abierto. En estos casos es válido y necesario retomar las actividades cotidianas (nos ayuda en muchos sentidos), pero hacerlo limitando los niveles de exigencia.

Ya lo dijimos, el duelo es un proceso que incluye momentos difíciles, otros más y otros menos.

Además ayuda reconocer:

¿Qué estoy haciendo que podría estar manteniendo mi sufrimiento?
¿Qué podría hacer diferente?

Ten en cuenta que pasos pequeños y mantenidos en el tiempo pueden conducirnos a cambios valiosos en nuestras vidas.

Para acompañar a otros durante el proceso de duelo, ayuda, además de lo ya mencionado:

La aproximación cálida, validante y oportuna. Pensamientos como: “¡Es que yo no soy bueno para consolar! ¡No sé qué decir!” suelen limitar una aproximación que probablemente requiere de pocas palabras.
Es útil escuchar, más que hablar; estar más que hacer. Las frases de cajón ayudan muy poco, así que puede dejarlas de lado.

Identificar necesidades inmediatas del doliente y promover acciones para satisfacerlas. En este caso tiene sentido hacer: contactar la red de apoyo del doliente y promover el acompañamiento respetuoso también con el equipo de trabajo, incluso más allá de los primeros días.
Promueve contactos de seguimiento y está atento a condiciones o comportamientos que señalen posibilidad de riesgo. Recuerda, puedes promover la búsqueda de ayuda profesional.

EL tránsito por el duelo te conduce a adaptarte a una vida en la que aquello que se fue no está presente.
Soluciona los problemas del momento; déjate ayudar. Los problemas cotidianos empeoran la ya difícil experiencia del duelo.
Piensa en ti.

Date permiso para sentir, permiso para vivir

Si llegaste aquí y no sabes de qué estamos hablando, ve a conocer nuestro libro de acompañamiento en el duelo.

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